miércoles, julio 26, 2006

Si tus fotos no son buenas, es que no estás lo suficientemente cerca R. Capa

martes, julio 25, 2006

UN DOMINGO VERANIEGO EN MILANO
Aunque tampoco sea una de las cosas más conocidas de esta ciudad, he de decir que algunos días hace un calor que, hasta un tío como yo cercano a los vientos del desierto, tiene que bajarse los pantalones y buscar desesperadamente una salida para no pasar todo el día encerrado en la sauna en que se convierten las casas. Y, como no, la piscina se presentó como la mejor de las ofertas. Pues dicho y hecho, cogimos Danio y yo nuestras bicis, miento, la mía y otra que pillamos prestada a un vecino, porque al salir nos dimos cuenta que la bici de Danio estaba pinchada, así que la que más polvo tenía en lo alto (falta de uso), para nosotros. Operación salida. Calor afixiante sobre el asfalto. Ni un alma en la calle. Ciudad desierta, extrañamente desierta.
La piscina es una instalación que aún debatimos si de los años 30 o de los 50, pero lo que no le quita nadie es un aspecto de cárcel rancia de película mala que no veas. Pero cuando pasas la parte de los vestuarios y se abre ante ti la piscina, juro que llama mucho más la atención el mogollón impresionante de gente que allí se mete que el agua en sí. Creo que la imagen que os envío esta vez habla por sí sóla. ¿Dónde está el césped? o, mejor dicho, ¿Cómo se puede hacer una piscina pública sin casi zona verde y con mucho cemento? Pues si que se puede, ¡joder si se puede!. Lo único positivo es que el agua estaba bien fresquita (creo que se abastece de un venero de agua o algo parecido) y con mi gorrito de baño apretándome las ideas (con el que, por cierto, no se puede estar más sensual...) me pegué mis cuatro larguitos, cumpliendo mi ración de deporte de la semana. Un día de calor superado

lunes, julio 24, 2006

PASEOS (IX)
VERONA
La gran "escusa" la he encontrado en la música, en los conciertos. ¿Y qué mejor momento para viajar a la noble Verona que aprovechando el concierto que en la misma Arena (que viene a ser como el Colosseo pequeñito de Italia) de un músico como Ben Harper? Dicho y hecho. Una vez salimos de la oficina, nos fuimos Sergio, Laura y yo retirar nuestro "pandita" de alquiler, y a buscar rápidamente la salida de Milano a la Autostrada dirección Venezia, que es lo mismo que un viaje al infierno, ya que lo que se monta todos los días allí es un atasco y lo demás es tontería. Hasta Bergamo, a más de 40 km de distancia, el rosario de coches de todos los tamaños y formas, camiones de todas las nacionalidades y motos de todas las marcas, parace no tener fin. Menos mal que no faltaba el aire acondicionado porque si no, quizá, mi visión del día aquel sería sustancialmente diversa. Pues en amistad y buena armonía llegamos a Verona y, con la suerte del tonto de nuestro lado, (¡por una vez, coño!) aparcamos en la misma Porta Nova, puerta de entrada a la Città Vecchia. Como gente de mundo que somos, las entradas las compramos por internet, ea. Pues cuando llegas allí, a chuparte la cola para retirarlas, que ni por esas te escapas. Quedamos en la taquilla con Chiara, una amiga que hizo su Erasmus por Córdoba, que se mostró como una brava anfitriona. Antes del concierto, hay que alimentarse y nada mejor que un par de kebab con birra para no desfallecer.
El concierto fue un auténtico derroche de buena música. El bajista que lleva este tío es un negro que, desde la lejanía, era igualito que Edie Murphy en la peli de "El profesor chiflado", en la que se hincha el mamón como un globo. El tipo, con toda su panza, toca el bajo de tal modo que se come el escenario él solito, vamos que se marcó un solo que todavía mantengo en el oído. Enorme. Ben Harper estuvo entregaíto a la causa, sacando la bandera de la tierra, pegándose un par de bises y acabando con todo la Arena de Verona haciendo la ola como en%

sábado, julio 22, 2006

PASEOS (VIII)
CAMOGLI
No hay nada mejor que un fin de semana de calor insoportable a Milano. Pero como a mi no me gusta disfrutar en demasía de los placeres que ofrece esta ciudad en el periodo estival, decidí, siempre gracias a mi compañera Olga (que junto a Sergio conforma el "islote" canario en la oficina), poner rumbo por segunda vez a la costa ligur, esta vez a la pequeña, pero coqueta y acogedora localidad de Camogli.
El peregrinaje en la autopista para alcanzar la costa fue digno de consideración, algo similar a lo que te encuentras un sábado por la mañana camino de las playas andaluzas. Una vez dejada atrás la autopista, nos dirigimos a la localidad de Recco, famosa por su focaccia, que para los no entendidos viene a ser como una especie de masa entre pan y pizza horneada y con un queso típico de la zona que la recubre (no se puede dejar de probar). Desde aquí a Camogli tres o cuatro kilómetros. En un pueblocomo éste, suspendido en la montaña , el aparcamiento se presenta como una misión imposible. Lo cierto es que mi amiga canaria tuvo la suerte de disfrutar la "caballerosidad italiana", con un tipo que se iba y al ver de lejos a la canaria, nos esperó a que, incluso, diésemos la vuelta. Esto es ser cortés, si señor (¿Habría hecho lo mismo si el conductor hubiese sido yo?. Boh!)
Una vez en el pueblo, una bofetada de calor húmedo fue nuestro recibimento de bienvenida. Para sobreponernos, focaccia, agua fresquita y directamente al mar a por el primer baño. La playa, como en otros muchos lugares de Italia, se encuentra dividida en Bagni, que son playas privadas donde se llegan a pagar alquileres desorbitados para disfrutar de tumbona, sombrilla y cabina durante todo un verano. Entre privado y privado, un espacio reducido es utilizado por los bañistas de ocasión, como nosotros, que siguen la costumbre del bronceador y la toalla a pelo.
El calor era tal que el agua del mar ni tan siquiera refrescaba, así que la opción terraza de bar fue la elegida en las horas de mayor calor.
La verdad es que a pesar de tener que jugar al tetris para poder poner la toalla, de esquivar bañistas en la orilla, y de la temperatura disparatada, este lugar tiene un encanto particular. Nunca hasta ahora me bañé con las campanas sonando en primera línea de playa, algo que me pareció como lejano para los rincones del mar que yo he frecuentado. A pesar de todo, da la sensación de que el tiempo y los desmanes de la construcción no han tenido en estos lares un caldo de cultivo idóneo. Menos mal.

domingo, julio 16, 2006

PASEOS (VII) TORINO
Cualquier escusa es buena para darse el gusto de un viajecito, aunque sea un viaje relámpago, y aprovechar la oportunidad para tomar contacto por primera vez con una zona desconocida para mi hasta entonces, el Piamonte italiano. Esta vez, un jueves nublado, nada más salir de trabajar, aprovechando el horario veraniego (que como agua de mayo ha venido a nuestra oficina), pusimos rumbo a Torino varios compañeros. La escusa, concierto del Free Music Festival, con Manu Chao como cabeza de cartel. Torino, conocida por ser la capital de la Fiat, la sede de los últimos JJ.OO. de invierno, y por su defenestrada en estos días squadra di Calcio, la Vecchia Signora (hoy más vieja que nunca después de haberse dejado "toquetear" por las sucias manos de la famiglia Moggi).
Torino tiene su cara más que bien lavada. Un paseo por sus clásicos soportales, los cuales, cumpliendo su función, nos resguardaron de un fuerte aguacero veraniego (que casi da al traste con nuestro objetivo), por sus remozadas plazas, por sus calles y, como no, por el encanto del Río Po a su paso por la ciudad, hicieron de esta primera visita un momento agradable y dejaron en mí las ganas de un pronto reencuentro. Todo parece ordenado, tranquilo, reposado, máxime si se acaba de llegar de Milano.
Dato a destacar, los cafés de la ciudad. Un placer degustar un caffe Marrocchino, que yo ni mucho menos conocía, en uno de los clásicos cafés que aún conserva la ciudad y que son, sin duda, una de sus señas de identidad.
Y de aquí al parque donde se celebraba el concierto, por supuesto, como no podía ser menos, en compañía de nuestro gran amigo mosquito tigre, que también tiene una colonia por estos lares. Sólo la continua amenaza de lluvía, con sus ráfagas constantes de viento que traen olor un fuerte olor a tierra mojada, hizo que los mosquitos nos dejasen esta vez sobrevivir, aunque algún recuerdo nos dejaron.
Y el concierto de Manu Chao, tras la actuación de Caparezza y otro grupo creo que francés (de cuyo nombre no puedo acordarme), comenzó con una cantidad alucinante de fieles seguidores que, paradójicamente, como suele ser habitual por estas tierras del norte, observaban tranquilamente como el grupo buscaba toda clase de ritmos para animar al personal. ¡Hay que ver los duros que son por estos lares!. Entre el colectivo hispano nos pegamos nuestros saltos y nuestras risas y... ¡que nos quiten lo bailao!. La vuelta a Milano, una vez que la tentación de la fiesta en Torino desapareció, se presentó como una lucha continua contra el reloj. La despedida entre nosotros fue más bien un hasta luego que un buenas noches...¡Menos mal que es viernes!

PASEOS (VI)
LAGO DI COMO
Este era uno de los sitios que más me llamaba la atención visitar, fundamentalmente por cuestiones sentimentales, tales como que mi hermano vivió allí una especie de beca Leonardo da Vinci, o las muchas referencias de mi amiga Anto, que tiene una casita en la zona. Pero, tal y como me dijeron mis padres en su semana de visita a Milano (primeros y, por el momento, únicos visitantes), todavía me quedan muchas cosas por conocer, y esto es sólo una pequeña incursión en el territorio alpino. Y tanto que es así. La verdad es que los lagos me resultan enigmáticos, casi tanto como el mar. El Lago di Como es un lugar tranquilo, a pesar de los numerosos visitantes que se acercan sobre todo desde Milano, marcado por el alto nivel de vida de sus habitantes, cosa que se ve tanto en las construcciones como en la propia imagen de los ciudadanos. La visita ha sido una primera toma de contacto con la zona, y no será el último, seguro. Con toda certeza, he de volver para realizar un recorrido con el coche por todo el perímetro del lago, y poder hacerme así una idea de cómo es realmente el lago di Como.

miércoles, julio 12, 2006

EL DÍA QUE ITALIA GANÓ EL MUNDIAL
Y tuvo que ser así. Tuve que irme de España para vivir en primera persona la fiesta de ganar un Mundial de fútbol. Eso si, por mucho que me lo propusiese, no pasé de ser un mero espectador de una fiesta que sentía cercana pero sin llegar a sentirla como propia. En estos casos, el partido nadie lo recordará, salvo los goles, el cabezazo de Zidane a Materazzi, y los penaltis. Y de hecho, todo el partido se puede resumir en lo anteriormente dicho, destacando la última jugada de la carrera de uno de los más grandes, Zizou, cuya imagen junto a la Copa del Mundo, descendiendo lentamente y cabizbajo hacia el "infierno"de los fríos vestuarios, es ya una imagen que pasará a formar parte de la memoria colectiva de todos los que disfrutamos con este deporte. En el bar donde lo vimos, la tensión se palpaba y Sergio y yo, como buenos ciudadanos residentes en Italia, queríamos vibrar con la victoria de los Azurri. Y Grosso nos dio ese momento. Saltos, canticos, euforia colectiva... pero esto no es España. Desde el que el último penalti alcanzó la red, sentimos una falta de calor, una extraña sensación de frialdad que nos asombró y, al mismo tiempo, nos inundó de confusión, ya que si ese último penalti hubiese sido de nuestra selección, si nuestro Villa hubiese sido Grosso, tengo absolutamente claro que sería tal la euforia desatada que lo recordaría para siempre como uno de los mayores momentos de placer jamás experimentados. La ciudad, por vez primera desde que la conozco, fue asalta por el jolgorio, la fiesta y la alegría. Parecía mentira, pero Milano estalló y todo se llenó de banderas "Tricolore". Daba gusto pasear por el centro, siempre tan comedido y refinado, con todo desbordado, descontrolado, desmedido. La verdad es que, como meros espectadores de la fiesta que éramos, he de reconocer que disfrutamos lo que pudimos. Pero punto y final. En esta ciudad el día siguiente volvió a ser un día como otro cualquiera. Se acabaron los pitidos de los claxón, las banderas y las desmesura. Todo volvía a su ritmo habitual. Y entonces, con toda la nostalgía del mundo miramos a Roma, al Circo Massimo, para disfrutar en la lejanía, y añorar, de forma especial, aquel último Scudetto de la Roma celebrado en un ambiente similar en ese mismo lugar, y pensar que podría haber pasado si la beca hubiese sido en la ciudad eterna...

CUANDO LLUEVE EN MILANO
No me lo puedo explicar, sinceramente, pero desde que llegué a esta ciudad me persigue un gafe que aún no logro saber por qué se perpetúa. La cuestión es la siguiente. Como digo, desde que llegúe a Milano tengo el don de atraer a la lluvia, que según se mire, es un don o el gafe que anteriormente citaba. Para incitar al dios de la lluvia solo tengo que llevar a cabo un ritual: poner la lavadora. ¿Tiene cojones la cosa o no? Vamos, que os juro que ha llovido unas 10 o 12 veces en todos los días que llevo en esta ciudad y todos, pero todos, tenía yo mi ropa tendida. Da igual que la ponga un día nublado que soleado, es absolutamente indiferente, llueve, bueno, más bien, diluvia. El otro día, muy parecido al apocalipsis, me dio por tentar a la suerte. Perdí. Hoy hacía un día de película, así que volví a probar. Perdí de nuevo. Creo que, de una vez por todas, voy a empezar a utilizar los artilugios para tender que tenemos dentro de la casa y lo único que espero es que no se me joda una tubería que pase justo por lo alto...

martes, julio 04, 2006

LOS MOSQUITOS TIGRE
Cuando llegué a esta ciudad todo el mundo sin excepción me hablaba de la "maldición" veraniega de Milano, el "mosquito tigre". Yo, una persona acostumbrada al campo, a la campiña cordobesa, no me sentí intimidado ante tal profecía, es más, desafiante ante tales comentarios, me proponía superar todo el verano aquí sin necesidad de utilizar ni tan siquiera mosquiteras ni cualquier otro tipo de barrera física o química contra dichos insectos.
Y llegó el verano, y con él, el duro reto de luchar contra este molesto insecto. Los primeros días, apenas llegué a notar su presencia, todo iba sobre ruedas, pero eso no era nada más que el principio de la pesadilla. Los días iban pasando, el calor subía de intensidad acompañado en todo momento de una asfixiante humedad, que en esta llanura padana cobra unos límites que llevan a la gente a la más absoluta angustia, incentivando con ello un fabuloso caldo de cultivo para nuestros queridos mosquitos tigre.
Y llegó la hora del encuentro. Y no me andaré por la ramas. Victoria abrumadora del equipo rival. En mi puta vida he visto cosa igual! Joder, estos bichos no es que piquen, muerden. No hay vaqueros, camisetas ni tela que se les resistan, pueden con todo! La última batalla en campo abierto ha sido desastrosa. Las picaduras me invaden todo el cuerpo y el picor dura como unos tres días. Vamos que con los bichos estos no puede ni el mismisimo "fogo" (reclutado in extremis para la lucha).
Ya solo quedan dos meses de verano. Mi cuerpo se está acondicionando a este suplicio. Sueño con ese duro invierno milanés libre de todo bichejo. Pero eso serà otra historia...

sábado, julio 01, 2006

FLOR DE UN DÍA ¿Alguien ha visto alguna vez en su vida nada más levantarse como una de sus plantas se ha despertado cargada de unas flores verdaderamente bellas, pero con una sola particularidad, que dicha belleza era absolutamente efímera? No hay belleza comparable a la de la flor de un día...

PASEOS (V)
VENEZIA
Bienvenido a una ciudad de ensueño, donde nada de lo anteriormente visto se asemeja. Siempre que voy a volver a Venezia pienso que está convertida en un museo al aire libre, una ciudad por y para el visitante, un parque temático de la ciudad que fue. Cuando vuelvo en el tren con los ojos cerrados, pienso en lo que he visto allá, sus canales, sus casas marcadas por la humedad, sus puentes, sus calles y me digo a mí mismo que, pase lo que pase, Venezia siempre será especial y nunca dejará de cautivar. ¿O es que existe algo parecido a un paseo por el Gran Canal?

PASEOS (IV)
ROMA
No se como explicarlo. Cuando paseo por sus calles, tengo la extraña sensación de que nunca me fui de allí, de que todo permanece inmovil esperando mi vuelta. La plazas, las calles, las terrazas, la gente... todo me resulta familiar, propio. Hablar de Roma no tiene sentido; para el que tuvo el placer de vivirla es un sentimiento, una ilusión permanente. Volveré, porque nunca me fui completamente...

PASEOS (III) SESTRI LEVANTE Para los que no somos de mar, las escapadas a la costa, sobre todo la primera que se realiza en el año en los últimos coletazos de la primavera una vez el tiempo acompaña, suele ser un momento especial. Este año, mi primer baño ha sido en Sestri Levante, un coqueto pueblo de la costa ligur, a pocos kilómetros de la famosa zona de le Cinque Terre, cuyo aspecto me recordó a los centros vacacionales de los años 40 y 50 del siglo pasado. Las cabinas privadas en la playa , las barcas en la orilla, las casitas colocadas en primera linea de playa pero mimetizadas en el entorno, las villas en los acantilados, y el Mediterráneo decorando el paisaje. Uno se siente como en casa en un lugar así, donde poder disfrutar de la belleza con sólo alzar de vez en cuando la mirada.

PASEOS (II) RIMINI La lluvia y el frío nos esperaban agazapados. Rimini, centro turístico italiano por excelencia, era uno de los lugares que, por deformación profesional, siempre he querido conocer. Recordaba, antes de llegar, Torremolinos o Benidorm, pensando que estos lugares serían posiblemente el parangón más acertado. Y Rimini se descubrió como algo más. Su centro histórico mantiene rincones donde aún da gusto perderse en una suave madrugada de primavera. Pero lo que más me llamó la atención fue mi encuentro con la historia. En una de sus iglesias, callejeando por la ciudad, descubrí con estupor, la capilla de los caídos por la patria. Una capilla tapizada al "horror vacui" nombres apellidos y fechas que me hicieron palidecer. En un gran libro, colocado de frente a la puerta de entrada, se podían leer el nombre de los mas de 3.000 caídos en la 2ª Guerra Mundial, en una población que no alcanzaba más de 30.000 personas, la mayor parte pertenecientes a una generación que fue brutalmente eliminada, borrada, borrando con ella sueños, juventud e ilusión. Hoy sólo queda de todo eso el recuerdo de la memoria colectiva, muchas veces borroso, difuso, y ese grueso libro....

PASEOS (I)
BOLOGNA
Nada más aterrizar en Italia, puse rumbo a la ciudad de Bologna. Tal y como me la esperaba, esta ciudad italiana conserva el encanto, el gusto, la elegancia que aún se percibe en muchas de las ciudades del centro de Italia. Una ciudad que vive para su Universidad, la más importante y antigua de Italia, tiene siempre un espíritu joven y abierto, envuelto en un elegante traje salpicado de historia, de saber, de personajes y de personas. Pero desde hace unos años, la ciudad se está redefiniendo a sí misma, y la dejadez aparente en muchas de sus calles, de sus plazas, tomadas por tribus de estudiantes y "punk a bestie", está siendo barrida, en todos los sentidos, dando paso a una ciudad más acogedora, más respetada, aunque deseo que eso no entre en confrontación con la vida social de la ciudad, verdadera esencia de la misma. Y mientras paseas por los soportales que inundan las calles del centro de la ciudad, helado de la Gelateria Castiglione en mano, te das cuenta de lo mucho que tiene que contar esta ciudad...