lunes, octubre 16, 2006

FEDELE A GRANADA
Otro de los grandes alicientes de este trabajo es que, en determinados momentos, puedes tener la posibilidad de que te manden a acompañar a un grupo a España. Cual ha sido mi suerte que, en el primer viaje profesional ha sido a la ciudad de Granada.
A pesar de la proximidad con Córdoba nunca tuve la posibilidad de disfrutar cuatro días de esta ciudad. En este viaje, además, el alojamiento y las comidas y todas las visitas estaban dentro del marco del evento al que veníamos, FEDELE 2006, un encuentro profesional a nivel internacional de escuelas de español para extranjeros con agentes de viajes venidos de todo el mundo. En resumen, un poquito de lujo (que a nadie le amarga un dulce).
He visitado de nuevo la Alhambra, olores y imágenes que me hacen sentirme en casa, aunque sea sólo algo fugaz. Alhambra de día, Albaicín de noche, calles, callejas y callejones. Casas blancas, agua, siempre el agua, Paseo de los Tristes y atardecer en San Nicolás. Sacromonte flamenco, mucho y buen flamenco...
Si todo esto se acompaña de gente con la que poder conversar, dialogar y aprender, creo poder afirmar que la visita a Granada tardaré bastante tiempo en olvidarla. Lo que venga a partir de ahora será después de Granada...

VERONA TOCATI 2006
Una de las cosas interesantes de este trabajo que estoy haciendo en Italia es la posibilidad de participar en eventos como el Festival Internazionale di Giochi in Strada, TOCATI 2006, celebrado en Verona.
Esta ciudad era una de las que había visitado alguna vez y siempre me había dejado un sabor de boca dulce y prolongado, que me llamaba a volver siempre con más calma y tiempo para poder perderme en sus entrañas. Y es que, tras los cuatro días que he pasado trabajando en el Festival, he descubierto ante mí una ciudad mucho más cautivadora de lo que yo podría imaginar. El Véneto tiene algo especial.
El centro histórico de la ciudad es una auténtica maravilla, sobrio, elegante, tranquilo, habitable. Las ciudades de tamaño medio, como puede ser ésta, tienen algo que las hacen ser ciudades hechas a la medida del hombre. Verona además, tiene uno de los cascos históricos más interesantes de cuantos conozco. He de reconocer que mi aprecio por la ciudad ha ido siempre in crescendo de tal modo que cada minuto que pasaba detectaba un nuevo detalle, un nuevo retazo que me hacía caer cada vez más rendido ante sus encantos. Y claro, esta vez la seducción también se produjo a través del gusto. La gastronomía, una vez descubiertos algunos de sus secrestos gracias a la sabia "guía gastronómica" de Carmen, hizo que cayese fulminado. Vinos de Valpolicella, carne seca de caballo, polenta, quesos, embutidos, tiramisú...un fin de semana lleno de sabor.
Una de las cosas que me llamó la atención es que en Verona se pasea, se disfruta, se vive, dejando la prisa a las puertas de la ciudad. Un ritmo de vida a medida del hombre. Eso si, trasmite un aire absolutamente aristocrático, elegante, noble que se trasmite en el ambiente, sin que ello suponga en ningún momento un freno para el que la visita, más bien todo lo contrario, irradia tranquilidad.
Convertir el Cortile del Tribunale en un trocito de España con sus músicas, sus sabores y sus juegos ha sido una experiencia sugestiva, que los veroneses creo que supieron apreciar y degustar.

jueves, octubre 12, 2006

CONCIERTOS. GORAN BREGOVIC
Nada más regresar a Milano, la primera gran cosa que tenía por delante era el concierto de Goran Bregovic, al que tenía ganas de ver en directo desde hace bastante tiempo y no había conseguido ver en España.
Con el coche como fiel amigo en Milano todo empieza a pintar de otro color. Libertad de movimiento. Comienza el calendario de eventos y actividades que no hay que perderse. Y ésta era una buena ocasión para empezar la travesía.
El concierto, como no podía ser de otra manera, fue una auténtica fiesta donde a lo largo y ancho de todo el Mazda Palace resonaban los ecos de la música "zingara"y las voces de las cantantes haciendo estremecer al auditorio. Era una brisa mediterránea que imbadía todos los espacios posibles. Música para despertar los buenos sentimientos.
En Milano no es que se prodiguen mucho en lo de bailar y saltar en los conciertos, más bien lo contrario, pero el ritmo de la música balcánica consiguío que gran parte de los asistentes se lanzase de forma espontánea a bailar delante del escenario, rompiendo con el protocolo de las sillas. Los conciertos de música tradicional no están pensados para verlos sentado e impasible. Esta música popular está creada para transmitir y acompañar en clave musical un caudal desbordado de Cultura, de historia, de vida cotidiana que es parte importante de la realidad que hoy conocemos. Goran Bregovic ha conseguido cambiar el ruido de las armas por el de los instrumentos de viento para proyectar al mundo la riqueza de una zona de la vieja Europa aún desconocida para muchos de nosotros, los Balcanes. Absolutamente aconsejable.

miércoles, octubre 11, 2006

UN DÍA EN LAS CARRERAS
Era una cosa obvia. Sabía que la proximidad de uno de los históricos autódromos a mi nuevo entorno sería algo irresistible. La propuesta de pasar un día en las carreras es una cosa que siempre me había interesado, simple curiosidad quizá, pero teniendo Monza en el objetivo era una experiencia que había que vivir.
Como viene siendo habitual, esta aventura es algo que no se puede vivir en solitario y ¿quién mejor que Sergio (siempre él) para hacer de guía espiritual en este viaje?
El circuito de Monza es todo un clásico dentro de las carreras. Se encuentra en las afueras de la ciudad de Monza, próxima a Milán, en el interior de un inmenso parque que, según el canario, es un auténtico bosque en el que una vez dentro cuesta trabajo encontrar la salida. Él lo conoce bien porque vivió en esta ciudad su primera etapa milanesa. Para olvidar.
Las carreras de coches son, sin lugar a duda, el punto de reunión de los más podridos multimillonarios de muchos kilómetros a la redonda, los que simplemente van a lucirse como simple escenario para un encuentro social, los curiosos como yo y los auténticos locos del motor.
Pues el tema es que como teníamos la entrada más barata y el circuito es totalmente llano, la cosa de ver la carrera como en la tele pronto se presentó imposible. Vamos, que no se ve un carajo. Así que entre birra y birra, carrerita previa y vueltecita, fuimos echando el día en espera del plato fuerte, la Fórmula 1. En este rato hubo carabinieri que nos invitaron a vino, españoles por doquier, más helicópteros que en "Apocalypse now" (¿o es que creíamos que los ricos van en coches? ¡los cojones!), y un ruido y olor a petroleo que no se ni tan siquiera describir.
Con este panorama "vimos" la carrera como pudimos. Los españoles Alonso y De la Rosa rompieron sus coches, y los cabrones de los italianos, todos aquí son de la Ferrari, se dedicaron a darnos por el culo. Vamos, lo de siempre.
Para colmo de males en uno de mis intentos por gatear a algún sitio donde poder ver algo, perdí o me robaron la cartera, así que el día en las carreras será recordado por el maravilloso día que me dio por ir a "Mojonza". Ahí queda eso...

domingo, octubre 08, 2006

EL VIAJE DE RETORNO O LA HISTORIA DE UN ROAD MOVIE Sólo eran quince días de vacaciones, pero era también el momento perfecto para decidir que hacer con el coche, mi compañero inseparable en los últimos años, que había visto pasar los días encerrado en la cochera en espera de una vida mejor.
Después de algún festival enogastronómico en Córdoba -inolvidable el almuerzo en "Casa Pepe" con la "mazamorra" como gran descubrimiento- y paseos bajo los más de 40º que durante esos días se medían en los termómetros de la ciudad durante la tarde (siempre preferiré este calor al bochorno de Milano), y visita nocturna a la Plaza Capuchinos incluida, tocaba poner rumbo a Italia, rumbo a Milano, con una pequeña parada en Barcelona, que siempre es mi punto intermedio hacia alguna otra parte.
Pues cargados de maletas, las "niñas" italianas, Jose y el que escribe nos pusimos en marcha para atravesar España en una jornada de un sol que abrasaba, lo cual aumentaba, en gran medida, nuestro cansancio arrastrado desde los días en Lisboa.
Barcelona, en sólo dos días, me dio la oportunidad de volver a recorrer sus calles en compañía de Jose, como casi siempre, y reencontrarme con amigas de las que nunca te olvidas por mucho que el contacto se reduzca a la mínima expresión. Cenar con Laura y Alba era como volver a rescatar momentos de hace años que jamás podré olvidar. Supongo que ellas tendrían la misma sensación. Es como si el tiempo no existiese para nosotros, como si nos hubiera concedido una tregua.
Por la mañana, en casa de los padres de Jose, partido de la selección española contra Argentina vivido con la emoción a flor de piel. ¡Vaya dos personajes estamos hechos!. Para bajar tensiones, pues nada mejor que un par de platos de fideuá que tardaré tiempo en borrar de la memoria.
Después de conocer a Mari, ya sólo me queda conocer el futuro negocio, el mítico bar que dentro de poco se convertirá en el punto de encuentro de mis amigos de Barcelona. Espero que tengan suerte en este viaje.
La vuelta a Milano fue como un pequeño retiro espiritual. No me quejo. En realidad, cuando hace tiempo que no estoy al volante, disfruto enormemente de estos largos viajes en soledad que me posibilitan pensar y repensar, aunque a veces esto sólo sirva para nublar aún más las ideas. Por suerte, este no fue el caso. Milano me esperaba oscuro, tranquilo, impasible. Descargué el coche como buenamente pude y al pasar por la "ringhiera" me di cuenta que todo empezaba de nuevo.

LAS VACACIONES
A pesar de que ya casi se me difuminan en la memoria, en el mes de agosto tuve mi primer periodo de vacaciones y, como buen emigrante, emprendí la vuelta a casa, el primer contacto con España desde que en abril aterricé en Milano. A pesar de todo, no necesitaba con urgencia este retorno, no todavía, puesto que el verano en Milán estaba siendo tranquilo, relajado, intercalando momentos de mucha actividad con fases de una vida casi en estado latente. Se me hacía extraño el hecho de volver a casa, de los reencuentros, de retomar sensaciones y encontrarme con lo que hasta hace bien poco era mi única realidad. He de decir, sin embargo, que estas vacaciones se presentaban con más movimiento del esperado, dado que el viaje a Lisboa era casi la mitad de los días que tenía reservados para estar lejos de la península itálica.
Aunque bien es cierto que siempre hay motivos para volver a casa, lo que más me atraía de mi regreso era la boda de Luis y Maribel, o lo que es lo mismo, la boda más esperada de los últimos años. Y no defraudó.
Peru y yo pusimos rumbo a la capital portuguesa en coche para encontrarnos allí con el resto de los amigos, un encuentro largamente esperado. ¡Y que mejor forma que alquilando un piso en la ciudad de la luz para meternos todos! Un piso encontrado por internet lleno de encanto, con vistas de auténtico lujo y, por que no decirlo, colmado de carencias que hicieron más divertida si cabe nuestra estancia.
Curioso eso de vernos a todos horas antes de la boda como niños con zapatos nuevos frente al espejo ajustándonos las corbatas, probándonos las chaquetas o dándose los últimos retoques al maquillaje. Mientras tanto, la vecina de abajo nos informaba que llamaría a la policía porque el piso de abajo se encontraba calado porque las tuberías del baño dijeron basta. Vaya numerito.
El viaje hacia la iglesia todo una odisea. El punto de referencia era Sintra, donde tendríamos que coger el camino correcto para llegar a la ermita pero, ¿cómo saber elegir el camino en un laberinto? Nada mejor que dejar a Jairo como guía. Enorme. Después de dar un par de vueltas al pueblo, comenzamos a mosquearnos porque no había manera de encontrar la dirección correcta. Pasado un rato, vimos que existían pequeños carteles con los nombres escritos de Luis y Maribel. Serían nuestra salvación, o eso pensamos, pero nada más lejos de la realidad. Después de dar una vuelta por la comarca, casi dos horas después de salir de Lisboa conseguimos llegar al deseado lugar del enlace. Una vez allí descubrimos que era el sitio perfecto para casar a estos dos personajes. Ermita de pasado romano, perdida entre los mil y un caminos que circundan Sintra. Pero el sitio tenía todo el encanto necesario para este momento, no cabe duda.
Una vez acabada la ceremonia "bilingüe", es decir, casi dos horas después (ahí queda eso), pusimos rumbo a la Quinta donde se celebraría el combite y otra vez Jairo, en una de las suyas, fue capaz de equivocarse de camino y arrastrar a la mitad de los invitados. Un genio. Inolvidable.
La celebración, pues a la altura de las circunstancias. Un fiestón. El teatro de marionetas recreando la vida de la pareja quedará para la história. Mítico. Las gafas de sol nos sirvieron para la vuelta. El coche conducido por Jairo era una discoteca en la autopista, el mío, casi un velatorio.
La estancia en Lisboa nos dio la posibilidad de perdernos de nuevo por sus calles, por sus rincones y sus bares. Noches memorables, mañanas de resaca, vinho verde, pescados a la brasa, sopas, el omnipresente bacalao y las disputas con el cilantro...
Ahora la feliz pareja ha decidido comenzar su vida de casados en Honduras, en Tegucigalpa. Ahí queda eso para el que lo quiera mejorar...