Sé que me dejé llevar. Sé que dejé de escribir. Sé que el 2007 no ha existido, porque nada quedó escrito. Sé que debía seguir y abandoné. Pero todo tiene una explicación que da sentido a lo que hacemos. No me amilano. Esa ha sido la clave. Durante estos meses de silencio puedo decir que todo ha sido tan intenso, tan absolutamente agitado, que no he tenido la necesidad de refugiarme en las palabras. Si, me he dedicado a vivir.
Desde el día 18 de abril de 2007, un año después de comenzar mi experiencia en Milán, la vida me sigue dando sorpresas y me regala la posibilidad de cerrar esta etapa, para abrir otra dentro de este mismo país, pero esta vez en la ciudad que me dio la oportunidad de despertar como persona. Roma está de nuevo ahí, esperando, dejándose querer. Los verdaderos amantes nunca dejan de soñarse, ni siquiera en la distancia, ni tan siquiera cuando se flirtea con terceros. Saben esperar. Saben que es sólo cuestión de tiempo. Esta vez mi romance con Milán ha sido un espejismo y Roma me vuelve a abrir sus brazos.
Arrivederci Milano. Ciao di nuovo, Roma.