¡VÁMONOS PA IKEA!
Tuve que venirme a Milano para vivir, por vez primera en mi vida, la experiencia IKEA (esa que todo el que se va de casa de papá tiene que vivir alguna vez). La cosa no estaba fácil. Primero, había que encontrar el modo de llegar al sitio, segundo había que ir con las ideas claras porque todos me avisaron del peligro que tienen estos negocios. Pues con estas premisas, me puse en marcha para realizar una exploración inicial de tanteo. Metro y autobús gratuito solucionaban el problema del transporte. Pero, una vez allí, el colchón elegido (y tantas veces soñado) con su somier de madera necesitaban de una verdadera "Operación IKEA" para poder llevarlos a casita. Pues nada mejor que el amigo Sergio y su novia Mónica para apoyar este importante desafío. Sacrificando su día de piscina, se embarcaron conmigo en esta dura aventura. El colchón de 1`40 m. (grande pa no pasar miserias) pesaba como un muerto y las maderas del somier, muy bien embaladas, eso si, necesitaban de un plan de transporte que fue improvisado sobre la marcha. Visto que los suecos se hacían los suecos para llevármelo a casa, tuvimos que optar por el plan B: el alquiler de la furgona. La cosa era que si hacíamos el traslado en una hora todo era rentable, pero si nos pasábamos de este tiempo la cama me iba a costar un pastón de la leche. Así que, después de ubicarnos en el mapa, decidimos aceptar el desafío. Yo no había cogido un bicho de esos en mi vida pero, joder, fue montarme y entrarme un no se qué por el cuerpo que me transformé en un auténtico transportista. ¡Vaya pasote eso de mirar desde arriba a los coches y meter el morro de la furgoneta sin miedo alguno!. Mónica y Sergio, alucinados, no daban crédito a lo que veían. La cosa es que después de llegar a casa, aparcar en lo alto de la acera a la americana, subir los bultos, beber agua y bajar de nuevo, sólo nos quedaban algo más de 20 minutos para la vuelta en el tiempo previsto. En la retorno todos los semáforos se nos pusieron en contra y no había manera de pillar uno verde. Después de ver 20 carteles de IKEA que nos sacaban de los nervios, llegamos al punto de entrega dos minutos antes de la hora, así que lo que nos ahorramos nos los gastamos en festejar la hazaña, que siempre sienta mucho mejor. Lo del montaje del somier, que todos los que pasaron por ese trance se hagan una idea... Por cierto, sólo piqué de más con unas perchas, una papelera y una tablita de planchar (pero ya tengo el veneno dentro).
2 Comments:
Volveremos a repetir cuando haga falta.
¡Vaya control de la "flagoneta"!
Experiencia indimenticabile.
Sobre todo por la celebración.
Saludos y muchas birras.
Sergio y Mónica
3:22 p. m.
JAJAJAJA CHIQUILLO QUE TIENES CHARLA PA TO JOIO Y EN EL CURSO DE GUIA NO HABLABAS NAAAAAAAAAAAAAA
9:51 p. m.
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